El pasado 7 de febrero se cumplieron 20 años de la firma del Tratado de Maastricht, gestor de la Unión Europea y del euro. Los que lo redactaron quisieron recordar " la importancia histórica de que la división del continente europeo hubiese tocado a su fin y la necesidad de sentar unas bases firmes para la construcción de la futura Europa"; asimismo, deseaban "acrecentar la solidaridad entre los pueblos, dentro del respeto de su historia, de su cultura y de sus tradiciones"; y también, se mostraban " resueltos a lograr el refuerzo y la convergencia de sus economías y a crear una unión económica y monetaria" que incluyese una moneda estable y única. Otra consecuencia importante de dicho tratado fue el refrendo a la libre circulación de personas en el espacio de la Unión.
Han pasado 20 años, tiempo más que suficiente para haber alcanzado con éxito todos aquellos objetivos, pero por desgracia, los ciudadanos sólo perciben que dos de ellos hayan cuajado: el euro, y la posibilidad de viajar por casi toda Europa sin necesidad de un pasaporte, eso sí, siempre que no haya una cumbre de altos mandatarios.
Hablar hoy de solidaridad entre pueblos es difícil, cuando los países periféricos sienten que la ayuda que ahora necesitan sólo se concede a cambio de aceptar unas condiciones draconianas que acentúan aún más las diferencias económicas entre ciudadanos de diferentes países miembros. Es difícil hablar de solidaridad en Alemania, donde uno de cada dos ciudadanos piensa que no debe haber más rescates; o en Francia, donde sólo el 44% los apoyan.
Respecto a la convergencia de las economías, hoy suena a chiste. A no ser que los que redactaron el Tratado se refiriesen única y exclusivamente a los precios de las cosas y a los impuestos que tendríamos que pagar por ellas. En todo lo demás divergimos a pasos acelerados.
A pesar de todo, el 53% de los ciudadanos europeos están a favor del euro, aunque hay que decir que en la primavera del 2.007, justo antes del inicio de la crisis financiera mundial, el porcentaje era diez puntos superior.
A este paso la única ventaja que nos va a quedar de Maastricht será la de viajar sin pasaporte.
Demasiado poco para un Tratado que prometía tanto. Aun así, lo peor de todo es que lo que en 1.992 se daba por hecho, el fin de la división europea, hoy no está tan claro que se pueda decir en voz alta. ¿ Qué ha pasado para que todo haya salido tan mal ? En mi opinión, todo se debe a una falta de voluntad generalizada ( ciudadanos y dirigentes), y a las razones ocultas de algunos que firmaron aquel tratado, que lógicamente no quedaron reflejadas en el texto. De otra manera no se puede explicar lo que nos está pasando. En cualquier caso, no estaría de más recordar a algún que otro dirigente actual, que Maastricht no sólo sirvió para sentar las bases de la UE, el euro y el BCE; también tenía otros objetivos que aunque olvidados, deberían estar muy presentes a la hora de tomar decisiones, y si no, ¿ a qué esperamos ?, acabemos de una vez con esta farsa, y que cada uno se las componga como mejor pueda. Volvamos a la CEE, a las pesetas, los marcos y las liras. Al fin y al cabo, ¿no es precisamente con eso con lo que siempre amenazan?
P.D.: La búsqueda en el texto del Tratado de las palabras: austeridad presupuestaria, control de la inflación, y recortes, arroja un resultado negativo.
A este paso la única ventaja que nos va a quedar de Maastricht será la de viajar sin pasaporte.
Demasiado poco para un Tratado que prometía tanto. Aun así, lo peor de todo es que lo que en 1.992 se daba por hecho, el fin de la división europea, hoy no está tan claro que se pueda decir en voz alta. ¿ Qué ha pasado para que todo haya salido tan mal ? En mi opinión, todo se debe a una falta de voluntad generalizada ( ciudadanos y dirigentes), y a las razones ocultas de algunos que firmaron aquel tratado, que lógicamente no quedaron reflejadas en el texto. De otra manera no se puede explicar lo que nos está pasando. En cualquier caso, no estaría de más recordar a algún que otro dirigente actual, que Maastricht no sólo sirvió para sentar las bases de la UE, el euro y el BCE; también tenía otros objetivos que aunque olvidados, deberían estar muy presentes a la hora de tomar decisiones, y si no, ¿ a qué esperamos ?, acabemos de una vez con esta farsa, y que cada uno se las componga como mejor pueda. Volvamos a la CEE, a las pesetas, los marcos y las liras. Al fin y al cabo, ¿no es precisamente con eso con lo que siempre amenazan?
P.D.: La búsqueda en el texto del Tratado de las palabras: austeridad presupuestaria, control de la inflación, y recortes, arroja un resultado negativo.
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