Si tras aplicar el "hachazo" Rajoy pensaba que se podía ir más o menos tranquilo de vacaciones, se equivocó. Las dos únicas fuentes "normales" de financiación han dejado claro una semana más tarde que no cuentan con España. Ni los mercados se han sentido atraídos por las medidas, ni el BCE va a cambiar de estrategia de no soltar un euro, a menos que se solicite la ayuda integral al Estado español, no sólo a la banca.
¿ Qué más se puede hacer ?, debe pensar Rajoy. ¿ Esperar que los mercados dejen de especular ? Arriesgado e iluso. Tal como pintan las cosas, casi nadie se va atrever a dejar su dinero en manos del Gobierno español. ¿ Seguir implorando a los socios del norte ? Puede hacerlo, pero no le va a servir de mucho, no habrá otra respuesta que no sea: si necesitas dinero, pídelo en forma de rescate total; si no, no hay dinero.
¿ Más alternativas ? Sólo una muy atrevida y arriesgada, solicitar la salida del euro. Si Mariano no solicita el rescate total porque defiende los intereses españoles y lucha por no perder la soberanía, y cree que bajo ningún concepto se puede renunciar a ella, el camino es ése, salir del euro. Si por el contrario es capaz de renunciar a parte de esa soberanía, debe pedir el rescate. Y más vale que lo haga más pronto que tarde, porque la experiencia en esta crisis demuestra que las cosas sólo van en un sentido, de mejor a peor.
Claudicar, y reconocer que se ha fracasado, que todo ha salido al revés de lo que se esperaba; o por el contrario, aventurarse a lo desconocido, rompiendo con todo, y salir del euro. "That is the question."
Conociendo a Rajoy, sé que decisión tomará. Acabará pidiendo el rescate total. Lo malo, es que por su orgullo, esperará hasta el último momento, y eso será más o menos en otoño. Hasta ese momento intentara establecer una estrategia de mensajes, pequeñas acciones, distracciones ( ¿
Gallardón y sus embarazos ? ), que él piensa que le permitirán sobrevivir a la bajada de pantalones que le espera.
Esto no es lo que debe hacer. La cuerda está demasiado tensa, muy cercana a ese punto en el que ya no se puede garantizar que un pequeño estirón acabará por ser el último. Hay que tomar una decisión ya, antes que cualquier factor imprevisto acabe por precipitarlo todo de forma irreversible. En base a sus expertos e informes, en este momento ya debe saber que es lo mejor para España. Hay que tragarse el orgullo y dejar de pensar en clave partidista. Hay que actuar atajando el problema de raíz, y no poniendo parches al ritmo del tambor de otros. Por desgracia, el hombre que ocupa la Moncloa no tiene el perfil necesario para que así sea. Nos tocará seguir sufriendo, y rezando para que la cuerda no se rompa.
Si aún tenemos oportunidad, la próxima vez, a ver si sabemos elegir mejor, porque esto se olía.