sábado, 9 de febrero de 2013

Que el viento pase

Busco respuestas a dos preguntas: ¿quién filtró los papeles de Bárcenas a El País?  y ¿por qué lo hizo?. Sobre el quién parece que hay unanimidad en los medios: Jorge Trías Sagnier. Sobre el porqué, no tanto: unos piensan que por despecho contra su ex-partido y una minuta de 50.000€ que no le quisieron pagar; otros, que se trata de una estratagema urdida por el propio Bárcenas, y a la que Trías se habría avenido a participar. Los hay, es el caso del periódico digital del ex de María Rosa Quintana, que nombrando a las fuerzas policiales apuntan a una venganza por haber destapado las supuestas corruptelas de los Pujol.
Fuente: Reuters
El que seguro que sabe quien entregó los papeles es el periodista de El País que los recibió, pero él y/o la dirección del periódico han decidido de momento no revelarlo. Y eso me lleva a otra pregunta: ¿puede hacerse? ¿Hasta qué punto puede un periodista mantener en secreto las fuentes de su información? En España el grado de protección del que goza un periodista es muy alto, y se denomina secreto profesional calificado. Hay sólo un grado más alto, el llamado secreto absoluto, que se puede encontrar en países como Alemania o Portugal, o en algunos Estados norteamericanos, por citar algunos casos. 

La única posibilidad de que El País revele la fuente de la filtración de los papeles es vía judicial. Y para ello el juez debería argumentar que se esté cumpliendo algunos de los siguientes supuestos: que no hay ninguna otra manera de llegar "al fondo de un asunto judicial de especial interés general, o bien porque de la información en poder del periodista depende la salvaguarda de bienes jurídicos protegidos particularmente relevantes para la sociedad, como la integridad corporal de las personas o el equilibrio ecológico". No soy jurista, pero supongo que los efectos del tsunami Bárcenas bien se pueden argumentar que son particularmente relevantes para la sociedad.

Para el caso que nos ocupa, por lo tanto, parece que hay una forma posible de forzar a que El País cante. La pregunta es entonces: ¿a qué espera el Gobierno? Negar la autenticidad de los papeles sería muy fácil y convincente si se conociese la autoría de los mismos. ¿Por qué no lo fuerza Rajoy? ¿Por qué él o alguien del PP no presentan una solicitud judicial para que así sea? ¿Por qué limitarse a lloriquear, lanzando el manido mensaje del complot? ¿Por qué matar al mensajero, si se puede ir más allá?

Rajoy y los suyos sabrán. De momento la estrategia de no tener estrategia no les va mal del todo. Hace una semana yo era muy poco optimista, y creía que de ésta Rajoy no se salía. Hoy ya no lo tengo tan claro. El tema comienza a languidecer en los medios, y aunque en change.org se haya superado con creces el millón de firmas para que la cúpula del PP dimita (de hecho, cuentan ya con un millón cien mil  y van camino de alcanzar el nuevo objetivo de un millón y medio), nadie ha dimitido ni se prevé que eso vaya a suceder.

Leyendo el blog del principal sospechoso, Jorge Trías,  encuentro un párrafo que viene al pelo para acabar. Está extraído de un artículo que escribió en El País hace poco más de un año y que se titula "Cacería judicial". Dice así:

"Algunos de los “compañeros” de Rajoy desconocían su capacidad de resistencia y de que era capaz de doblarse, como los juncos, hasta que pasara el ciclón. Recuerdo que me enseñó un montón de diarios y me dijo que si tenía que fiarse de lo que ahí se decía no podría estar sentado en la silla donde estaba ni un minuto y que “cuando el viento sopla mal, lo único que se puede hacer es esperar que pase”.

Pues eso, a esperar que el viento pase. 

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