Hace tiempo que ronda por mi cabeza una duda: ¿son nuestras preocupaciones fruto de nuestras experiencias o de las de nuestro entorno más inmediato, o en realidad son los medios de comunicación los que nos guían hacia ellas? Hay muchos ejemplos de noticias que han pasado la frontera para convertirse en monotemas, una especie de obsesión con la que nos machacan diarios y televisiones durante un tiempo. A bote pronto se me ocurren una pocas: los ataques de perros, los asaltos a viviendas, la gripe A o los autocares del Imserso.
Reconozco que desde bien pequeñito me han dado respeto los perros, pero el pánico que siento cada vez que me cruzo con un rottweiler o un pit bull, especialmente si voy acompañado de mis hijas, supera la irracionalidad. Y es que yo jamás he visto a uno de esos perros en actitud peligrosa, es más, creo que ni siquiera sé cómo ladran, pero ello no impide que su sola imagen proyecte en mi cerebro recuerdos de noticias de niños y adultos atacados salvajemente por alguno de esos perros cabezones. Debió ser por el 2.001 cuando sentí que los medios comenzaron a bombardearme con sus ataques. Ignoro si antes no había casos, si fue el cambio de milenio y el temido efecto 2.000 (vaya, otro monotema) el que desató la furia de los canes, o simplemente sólo se trató de una triste coincidencia, que concentró muchos casos en un corto intervalo de tiempo. Sea como fuere, el pánico se instaló y ahí sigue.
Sobre la gripe A no voy a hablar, ya que creo que hay muy pocas dudas de que se trató de uno de los casos más escandalosos de manipulación informativa de los últimos años. Hablaré en cambio de los asaltos a viviendas. Mi memoria me dice que debió de ser alrededor del 2.006 o 2.007 cuando en los telediarios se hablaba día sí y día también de chalets y pisos asaltados. Asaltos en los que no solamente había robos, sino también, agresiones, palizas y asesinatos. Esta vez el aluvión de noticias no me condujo a una psicosis que me llevase a impedir dormir tranquilo por las noches. En aquella época yo no conocía de casos reales cercanos: ni familiares, ni amigos, ni conocidos; así que en cuanto las noticias de robos domésticos fueron sustituidas en las primeras planas por otras de otro tipo, el tema fue cayendo poco a poco en el olvido. Hasta hará cosa de un año, cuando por primera vez, y por un compañero de trabajo, supe de viva voz lo extremadamente fácil que es entrar en las viviendas ajenas. Por suerte para él y su familia, en el momento en que le entraron a robar sólo estaba su perro, que al no ser de los denominados peligrosos poca cosa pudo hacer, salvo recibir alguna que otra patada, que lo dejo traumatizado. Que no hubiese violencia contra las personas no impidió que el relato me produjese un poco de repelús, bueno, bastante repelús. Luego vinieron más casos de amigos o de compañeros, relatados en primera o tercera persona. Sin duda, hoy puedo decir que el problema de sentirme seguro en casa se ha vuelto uno de mis principales motivos de intranquilidad.
Pero, ¿está fundamentado ese miedo? La verdad es que las noticias se habla muy poco de ello, casi nada si se compara con lo que pasaba hace sólo unos cinco o seis años, ¿no será pues, que al ser un poco más mayor me esté volviendo más cagado, y comience a ver amenazas donde no las hay? Para salir de dudas mejor echar un vistazo a los datos que facilita el Ministerio de Interior sobre el tema, y que son reproducidos en el siguiente gráfico. El dato de 2.012 mostrado es sólo una extrapolación basada en el número de casos hasta mitad de año.
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Fuente: Ministerio del Interior |
Lo primero que llama la atención es que los años de mayor boom informativo coinciden con la tasa de criminalidad más baja. Curiosa paradoja. En segundo lugar, se observa que desde que empezó la crisis, el número de viviendas asaltadas va creciendo paulatinamente hasta alcanzar valores similares a los de hace diez años. Parece, pues, que de alguna manera mis miedos están justificados, aunque si uno lo piensa bien, no debería haber motivo de pánico. Si hace diez años yo vivía tan tranquilo, no debería ser diferente ahora, por cálculo de probabilidades no estamos mucho peor que entonces.
Pero, ¿qué pasa con el resto de ciudadanos? ¿Hay también un repunte de preocupación, fruto de una realidad que ha empeorado? Lo mejor, echar mano del CIS y su conocido barómetro. No hay ninguna voz en concreto que hable de problemas de asaltos al hogar, pero si una voz más genérica denominada "inseguridad ciudadana". Dado que no pretendo hacer un estudio científico, la podemos usar. ¿Cómo ha sido su evolución en la última década? La siguiente gráfica la muestra.
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Fuente: Centrro de Investigaciones Sociológicas |
Una nueva paradoja, y ésta si cabe mayor, pues resulta que mientras la criminalidad crece, la percepción que tienen los españoles sobre el problema disminuye. ¿ Y qué pasa con el 2.006? Pues simplemente pasa que ese año, junto con el 2.007, forma parte del periodo donde menos viviendas fueron asaltadas. En cambio, para casi un 21% de españoles la inseguridad ciudadana fue uno de los principales problemas, contra el 4% del último barómetro.
Con todo esto no pretendo demostrar gran cosa. Mi pregunta con la que daba comienzo este artículo sigue abierta, pero hay algo de perogrullo que me quedó claro, y es que los medios de comunicación tienen mucho poder, especialmente en lo que tiene que ver con nuestros miedos y preocupaciones. Y es que a veces no importa tanto el mensaje, como la frecuencia e intensidad con la que se lanza. Modulando esos parámetros parece que se pueden lograr efectos sorprendentes. Saber quién los controla es algo que también me despierta gran curiosidad, pero ése sigue siendo para mi también un tema abierto.