Mas vio la luz el 11-S. Ayer, 25N, descubrió que junto a la luz también hay sombras, incluso oscuridad. Las elecciones que se sacó de la chistera para que la magia de la Diada condujese a Catalunya directamente a la independencia, no han dado el resultado que él quería. Mas ha sido un falso profeta. Siguiendo la lógica que él planteaba, estas elecciones debían ser una clara demostración a España y al mundo de que el pueblo catalán quiere decidir por sí mismo su destino. Tras esa demostración vendría el referéndum y todos los pasos necesarios para articular el encargo popular. Autoproclamándose líder de ese proceso, reclamó el voto del independentismo para su persona. Él había de ser el Mesías, y no otro.
Pues bien, no ha sido así, lo cual no quiere decir que una gran parte del pueblo catalán no ansíe la independencia, quererla la quieren muchos, lo que pasa es que hay bastantes de esos muchos que piensan que ese camino se debe hacer sin el guía Mas. Pero no hablemos de muchos o bastantes, las urnas han hablado, y ya podemos poner cifras encima de la mesa. Sumando el voto de las formaciones inequívocamente separatistas, esto es, CiU, ERC, CUP, SI y SiR, obtenemos 1.781.792 papeletas potencialmente favorables al SÍ en un hipotético referéndum para la independencia; lo que supone un peso más que notable dentro de la sociedad catalana: 33,9% del censo; 48,7% de votantes.
Todo son especulaciones, porque lo que ayer se votaba eran elecciones al Parlament, no plebiscitarias. Pero este tipo de especulaciones son las que Mas pretendía usar para llevar a cabo su plan. Es obvio que existe un enorme riesgo de error cuando se extrapolan resultados de esta manera, pero siguiendo la lógica de Mas, el referéndum a favor de la independencia podría ser perfectamente ganado por los soberanistas (a faltar de definir las reglas del plebiscito en cuanto porcentajes a favor del SÍ, y porcentaje mínimo de participación). No obstante, el camino hacia la soberanía está ahora un poquito más lejos de lo que estaba, porque el revés electoral sufrido por CiU se asociará fuera de Catalunya a un fracaso del independentismo. Graso error, pero Mas ha querido que así sea, al autoproclamarse Mesías. Un líder siempre avanza, nunca retrocede. Menos 12 diputados es un buen retroceso.
Y ahora ¿qué?. No sé lo que se volverá a sacar Mas de la chistera, pero el panorama que le espera no es muy halagüeño, y más le vale que se saque pronto un buen conejo blanco. Si no quiere perder el poco crédito que le queda, debería ser coherente, y gobernar exclusivamente con los votos de apoyo de ERC, lo cual será interesante de ver, porque no lo olvidemos CiU es de derechas y ERC es de izquierdas, como su nombre bien índica. Hasta la llegada del ansiado referéndum, si es que llega, la actual situación económica obligará a seguir tomando medidas de austeridad presupuestaria, que vendrán impuestas por Madrid y Bruselas. Mas lo tendrá crudo para convencer a los de ERC cuando tenga que aplicar medidas como el euro por receta. ERC debería valorar mucho sus últimos resultados, y no cometer los mismos fallos que cuando era parte del tripartito. Claro que a Mas siempre le queda la opción de volver a convocar elecciones en cualquier momento, mientras las gane puede hacerlo tantas veces como quiera. Repetirlas hasta la saciedad, hasta que el resultado sea el que mejor le convenga. Claro que entonces a lo mejor se queda sin votantes, ya que todos se han pasado a ERC.
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