El distanciamiento entre el sur y el norte de Europa se acentúa. La cumbre europea extraordinaria que debía decidir el presupuesto comunitario para los próximos siete años (2014-2020) se cerró ayer sin acuerdo. Para los contribuyentes netos, aquellos que aportan más que reciben, los presupuestos presentados por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, se tienen que recortar aún más. Para los países que reciben más que aportan, es el caso de España, los recortes ya son excesivos, y por lo tanto, no aceptables.
No obstante el fracaso, Rajoy se marchó de Bruselas diciendo que la posición de nuestro país “ha mejorado sensiblemente”. No entiendo dónde está la mejoría que Rajoy ve, ya que nos vamos como volvimos, es decir, sin nada acordado. Las perspectivas días antes de la cumbre eran malas: pérdida de 2.857 millones anuales en ayudas regionales y agrícolas; pero de haberse alcanzado el acuerdo, la propuesta de último momento de Van Rompuy hubiera salvado algunos muebles. Esta última propuesta de compromiso incluía mejoras para España, Italia y Francia a costa de sacrificar los fondos para I+D e infraestructuras. Para la próxima reunión, en enero o febrero del año que viene, las condiciones presumiblemente serán peores, sin trato de favor para países como España, Italia o Francia. Eso es lo que exigen los socios del norte: Gran Bretaña, Alemania, Suecia, Holanda, Finlandia y Dinamarca. Con todo, Rajoy se va contento, mejor para él.
Los que no están nada contentos son los agricultores y ganaderos que con el recorte en las ayudas en la
PAC (Política Agraria Común) ven en peligro su supervivencia. Hace tiempo que se quejan de que la venta de sus productos no es rentable. La propia Unión Europea ha reconocido que este problema se debe al poder que ejercen las grandes cadenas comerciales en el mercado agrario, imponiendo precios y condiciones gracias a que acaparan ya el 41% del consumo de alimentación a través de sus marcas blancas. Un ejemplo, a los productores de plátanos se les paga 12 céntimos por kilo, en las grandes superficies usted paga 1,83 euros. Europa recomienda medidas para reequilibrar esta cadena, pero prosigue el proceso de liberalización del sector, y recortando la ayudas agrarias.
Otro aspecto del que se quejan los trabajadores del campo es del mal reparto de las ayudas. Según Miguel Blanco, secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), "no puede ser que nuestro país estén recibiendo la PAC unos 912.000 perceptores, mientras que somos 400.000 agricultores y ganaderos profesionales”. En esa línea, no parece muy razonable que en la lista de grandes beneficiarios de las ayudas europeas a la agricultura aparezcan nombres como: Hero, Casa Tarradellas, El Pozo, Mercadona o Carrefour. La propia duquesa de Alba y sus hijos se llevaron ese año más de dos millones de euros a través de las empresas Euroexplotaciones Agrarias y Eurotécnicas Agrarias, según leo en el blog de Javier Caso Iglesias.
Los campesinos y agricultores no piden ayudas, sólo quieren que se les pague lo justo para seguir trabajando en el campo. Recortar ya hemos visto que nuestro Gobierno y la UE saben hacerlo, y muy bien por cierto, ahora basta que también sepan solucionar las deficiencias e injusticias del sector. Claro que para eso deberían enfrentarse a poderes mucho más fuertes que el de las asociaciones de campesinos. Poderes ante los que normalmente siempre se arrodillan. Por eso, es muy probable que cada día más campos españoles se incorporen al paisaje semidesértico de este país, y que comer una patata o un tomate "made in EU" pase algún día a ser una noticia.
Los que no están nada contentos son los agricultores y ganaderos que con el recorte en las ayudas en la
PAC (Política Agraria Común) ven en peligro su supervivencia. Hace tiempo que se quejan de que la venta de sus productos no es rentable. La propia Unión Europea ha reconocido que este problema se debe al poder que ejercen las grandes cadenas comerciales en el mercado agrario, imponiendo precios y condiciones gracias a que acaparan ya el 41% del consumo de alimentación a través de sus marcas blancas. Un ejemplo, a los productores de plátanos se les paga 12 céntimos por kilo, en las grandes superficies usted paga 1,83 euros. Europa recomienda medidas para reequilibrar esta cadena, pero prosigue el proceso de liberalización del sector, y recortando la ayudas agrarias.
Otro aspecto del que se quejan los trabajadores del campo es del mal reparto de las ayudas. Según Miguel Blanco, secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), "no puede ser que nuestro país estén recibiendo la PAC unos 912.000 perceptores, mientras que somos 400.000 agricultores y ganaderos profesionales”. En esa línea, no parece muy razonable que en la lista de grandes beneficiarios de las ayudas europeas a la agricultura aparezcan nombres como: Hero, Casa Tarradellas, El Pozo, Mercadona o Carrefour. La propia duquesa de Alba y sus hijos se llevaron ese año más de dos millones de euros a través de las empresas Euroexplotaciones Agrarias y Eurotécnicas Agrarias, según leo en el blog de Javier Caso Iglesias.
Los campesinos y agricultores no piden ayudas, sólo quieren que se les pague lo justo para seguir trabajando en el campo. Recortar ya hemos visto que nuestro Gobierno y la UE saben hacerlo, y muy bien por cierto, ahora basta que también sepan solucionar las deficiencias e injusticias del sector. Claro que para eso deberían enfrentarse a poderes mucho más fuertes que el de las asociaciones de campesinos. Poderes ante los que normalmente siempre se arrodillan. Por eso, es muy probable que cada día más campos españoles se incorporen al paisaje semidesértico de este país, y que comer una patata o un tomate "made in EU" pase algún día a ser una noticia.
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