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sábado, 22 de septiembre de 2012

Unión Federal Europea: "è buono, ma non serve"

Decía Nouriel Roubini hace unos días en una entrevista para el ABC: Europa "debe proceder con urgencia a la unión política y fiscal".  Roubini puede ser un crack a la hora de predecir crisis financieras mundiales (en 2.006 alertó sobre el estallido de una crisis financiera, que acabaría provocando nacionalizaciones de bancos a escala internacional), pero a la hora de facilitar recetas para la crisis parece que el gurú pierde parte de su magia. Y no es que no esté diciendo una verdad como un templo, porque sí, tiene razón. Si Europa quiere conservar su experimental moneda única no le va a ser suficiente con recurrir a los paños calientes de la unión bancaria, y realmente a medio plazo la única vía posible es converger en una unión política y fiscal. Como coloquialmente se diría: "è buono, ma non serve" 
Nouriel Roubini
No sé exactamente en que clase de unión política debe estar pensando Roubini, pero obviamente debería ser una unión lo suficiente fuerte como para garantizar el reequilibrio económico entre regiones con crecimientos económicos asimétricos. Vamos, que bajo el paraguas del federalismo europeo, crisis como las de Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia no se producirían, no al menos mientras haya otra regiones donde la economía goce de una razonable buena salud. Y aunque crecimientos desiguales dentro de un mismo estado son posibles, con una unión política, al menos la palabra rescate dejaría de estar asociada a los temibles hombres de negro. ¿ Se imagina alguien que el Gobierno de Berlín pusiese condiciones para ayudar al estado de Sajonia-Anhalt, en el hipotético caso de que algún día lo necesitase ? Nadie en Alemania se escandalizaría si la Cancillería alemana dedicase recursos para salvar uno o varios de sus "Länder" en apuros., pero en cambio sí lo hace si el dinero tiene como destino un "Land" comunitario. Y aquí radica el quid de la cuestión, los alemanes se sienten alemanes, no griegos o españoles. Los españoles se sienten, bueno, otro problema añadido, algunos españoles se sienten españoles, otros, catalanes, otros, vascos, otros, gallegos, otros ..., pero yo diría que ninguno europeo.

Los ciudadanos debemos decir a los políticos y a los gurús que influyen en los políticos, que basta de experimentos contra natura. Si la unión bancaria es la solución a corto plazo para salir del apuro, que se haga, y rápido, cosa, por otra parte,  que parece improbable debido a la reticencia de los más ricos; una prueba más de lo artificial que llegaría a resultar una Unión Federal Europea. Una vez superado los graves  problemas económicos actuales , los ciudadanos deberíamos además exigir que de una forma inteligente, sosegada y bien ejecutada, se de marcha atrás al camino erróneo que en Maastricht se tomó. No hay otra alternativa, lo que no puede ser, no puede ser, y cuanto antes los aceptemos mucho mejor. Como cuando Gran Bretaña decidió abandonar el Sistema Monetario Europeo cuando se dio cuenta que permanecer en él le estaba arruinando. 

El respeto a las diferentes culturas no tiene que verse afectado por ello, al contrario, una vez liberados los unos y los otros de sus obligaciones artificiales, "la solidaridad entre los pueblos, dentro del respeto de su historia, de su cultura y de sus tradiciones" que tanto preocupaban en Maastricht, debería salir reforzada. Al fin y al cabo, los ciudadanos europeos nos llevamos bien entre nosotros, los problemas casi siempre vienen cuando consciente o inconscientemente desde el poder se nos distorsiona la realidad, haciéndonos ver enemigos donde no hay. Ni la I, ni la II Guerra Mundial fueron causadas por los ciudadanos, los cuales si de algo pecaron fue de no haber impedido que las ambiciones , y los delirios de grandeza de algunos pusieran al continente en llamas por dos veces. No seamos tan pasivos esta vez, no siempre tiene porque haber dos sin tres. 

domingo, 19 de agosto de 2012

El plan B del euro según Erkki Tuomioja

El ministro de asuntos exteriores filandés  Erkki Tuomioja tiene un blog, y su última entrada  data de ayer sábado 18. Se  titula " Debate sobre las dificultades del euro". En ella, Tuomioja habla de su entrevista al británico periódico  The Telegraf, publicada el jueves con un titular explosivo: "Finlandia se prepara para la disolución de la eurozona".  En la entrevista decía cosas muy interesantes:
  • "El fin del euro no es algo que defiendan los finlandeses, ni siquiera el Partido de los Verdaderos Filandeses, pero hay que estar preparado"
  • "No hay reglas sobre cómo abandonar el euro, pero es sólo una cuestión de tiempo. O el sur o el norte se romperá porque el corsé que supone el euro está causando miseria para millones de personas y destruyendo el futuro de Europa"
  • "Es una catástrofe total. Nos vamos a quedar sin dinero debido a la manera en que se dirige. Pero nadie en Europa quiere ser el primero en salir del euro y asumir toda la culpa "
El titular del Telegraph es traicionero, ya que predispone al lector a creer que Finlandia trabaja activamente para salir del euro. En su blog personal, Tuomioja vuelve a reiterar lo que ya dijo en la entrevista: no es que nadie lo desee, pero puede acabar pasando y hay que tener un plan B. Trata de hipócritas a todos los Gobiernos  que no reconozcan tener también su propio plan y recurre al cuento de H.C. Andersen, "El traje nuevo del emperador", para ilustrar la hipocresía. 

Quizás aquí se equivoque, no sé por qué me da a mi que nuestro Gobierno no tiene plan B. ¿ Será por qué a lo mejor no nos ha demostrado hasta ahora tener plan A ? Mientras el euro sigue desfilando orgullosamente en pelotas, ¿ hará falta la voz de un niño, como en el cuento de Andersen, para que la multitud salga del engaño al que fueron sometidos ?


P.D.: leyendo la biografía de Erkki Tuomioja creo que los finlandeses tienen suerte de que un tipo como él forme parte de su Gobierno.

sábado, 11 de agosto de 2012

Maastricht veinte años depués

El pasado 7 de febrero se cumplieron 20 años de la firma del Tratado de Maastricht, gestor de la Unión Europea y del euro. Los que lo redactaron quisieron recordar " la importancia histórica de que la división del continente europeo hubiese tocado a su fin y la necesidad de sentar unas bases firmes para la construcción de la futura Europa"; asimismo, deseaban "acrecentar la solidaridad entre los pueblos, dentro del respeto de su historia, de su cultura y de sus tradiciones"; y también, se mostraban " resueltos  a lograr el refuerzo y la convergencia de sus economías y a crear una unión económica y monetaria" que incluyese una moneda estable y única. Otra consecuencia importante de dicho tratado fue el refrendo a la libre circulación de personas en el espacio de la Unión.

Han pasado 20 años, tiempo más que suficiente para haber alcanzado con éxito todos aquellos objetivos, pero por desgracia, los ciudadanos sólo perciben que dos de ellos hayan cuajado:  el euro, y  la posibilidad de viajar por casi toda Europa sin necesidad de un pasaporte, eso sí, siempre que no haya una cumbre de altos mandatarios.

Hablar hoy de solidaridad entre pueblos es difícil, cuando los países periféricos sienten que la ayuda que ahora necesitan sólo se concede a cambio de aceptar  unas condiciones draconianas que acentúan aún más las diferencias económicas entre ciudadanos de diferentes países miembros. Es difícil hablar de solidaridad en Alemania, donde uno de cada dos ciudadanos piensa que no debe haber más rescates; o en Francia, donde sólo el 44% los apoyan.

Respecto a la convergencia de las economías, hoy suena a chiste. A no ser que los que redactaron el Tratado se refiriesen única y exclusivamente a los precios de las cosas y a los impuestos que tendríamos que pagar por ellas. En todo lo demás divergimos a pasos acelerados.

A pesar de todo, el 53% de los ciudadanos europeos están a favor del euro, aunque hay que decir que en la primavera del 2.007, justo antes del inicio de la crisis financiera mundial, el porcentaje era diez puntos superior. 

A este paso la única ventaja que nos va a quedar de Maastricht será la de viajar sin pasaporte.

Demasiado poco para un Tratado que prometía tanto. Aun así, lo peor de todo es que lo que en 1.992 se daba por hecho, el fin de la división europea, hoy no está tan claro que se pueda decir en voz alta. ¿ Qué ha pasado para que todo haya salido tan mal ? En mi opinión, todo se debe a una falta de voluntad generalizada ( ciudadanos y dirigentes), y a las razones ocultas de algunos que firmaron aquel tratado, que lógicamente no quedaron reflejadas en el texto. De otra manera no se puede explicar lo que nos está pasando. En cualquier caso, no estaría de más recordar a algún que otro dirigente actual, que Maastricht no sólo sirvió para sentar las bases de la UE, el euro y el BCE; también tenía otros objetivos que aunque olvidados, deberían estar muy presentes a la hora de tomar decisiones, y si no, ¿ a qué esperamos ?, acabemos de una vez con esta farsa, y que cada uno se las componga como mejor pueda. Volvamos a la CEE, a las pesetas, los marcos y las liras. Al fin y al cabo, ¿no es precisamente con eso con lo que siempre amenazan? 

P.D.: La búsqueda en el texto del Tratado de las palabras: austeridad presupuestaria, control de la inflación, y recortes, arroja un resultado negativo. 

viernes, 29 de junio de 2012

Bruselas y el final feliz

La UE no tiene futuro. Cierto es que tras los acuerdos in extremis de la reunión de Bruselas, muchos opinarán que es todo lo contrario, que nuestros mandatarios han dado un paso hacia delante, al acordar entre otras cosas trabajar en la creación escalonada de una unión bancaria y fiscal. Dicho así suena muy bien, aunque habrá que esperar hasta octubre para saber el contenido y el calendario de dicha unificación ( siempre esperando ). El problema es que para llegar a ese acuerdo haya hecho falta que Francia, Italia y España amenazasen con no suscribir el pacto  por el crecimiento europeo si no se atendían debidamente sus pretensiones más urgentes. 

En el blog Senado y Pueblo se compara muy acertadamente la cumbre con una partida de póquer. Seguramente esa comparación resume muy bien lo que debió ser la maratoniana cumbre, un juego de faroles y de mucha tensión por lo que había en juego encima del tapete. Pero para que la analogía sea perfecta habría que ubicar esta partida en un pequeña aldea del lejano Oeste, y no en un lujoso casino de Las Vegas.

Los jugadores que van perdiendo son unos vaqueros enrabietados, que revólver en mano se levantan a mitad de la noche, y amenazan con volar a tiros a todos, si la señora que va ganando y sus amigos no dejan de una vez de hacer trampas. Al final todos se calman y la timba acaba bien; todos salen creyendo que han ganado, y colorín colorado este capítulo del cuento se ha acabado.

Lo triste del cuento, es que no es un cuento, que los vaqueros no son vaqueros, sino políticos, y que los dólares que se han jugado no son dólares, sino los euros de los pobres aldeanos que somos todos. 

Que triste resignación saber que buena parte de mi futuro ( y del tuyo, seas quien seas que me estés leyendo ) se decida en la sucia mesa de una taberna, en un juego de miradas, faroles y suerte, y todo ello por un puñado de dolares.

Comienzo a creer que Europaville nunca tuvo, ni tendrá, un sheriff que con su llegada haga que este historia tenga el final feliz que nos merecemos.

P.D: El final feliz no era chino.