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sábado, 29 de septiembre de 2012

Tú me exiges, yo te exijo

El euro no es el causante de la crisis, aunque ciertamente su introducción dio pie a que el blanqueo de pesetas fuera el origen de la burbuja inmobiliaria. El euro no tiene la culpa de que la corrupción generalizada y polifacética haya dilapidado ingentes cantidades de recursos en la última década; ni de que los políticos, banqueros y los propios ciudadanos se volviesen locos y tontos de remate creyendo que todo el monte era orégano, y seguiría siendo así para siempre jamás. El euro no tiene la culpa, pero es culpable. Culpable de que para su adopción tuviéramos que aceptar unas reglas que ahora nos están ahogando. Lo hemos citado varias veces, si no tuviéramos el euro, los efectos de la crisis bancaria provocada por el ladrillo difícilmente hubieran hecho enfermar de gravedad las finanzas estatales. Claro que con Gobiernos poco hábiles, por decirlo de alguna manera suave, todo es posible; pero en principio, tener libertad monetaria habría permito disponer de herramientas suficientes (devaluación, inyección)  como para que la gripe común no terminase en neumonía, como así ha sucedido.

A estas alturas bajarse del  tren del euro es poco más que una quimera. El solo hecho de pensar en ello produce pánico, y no están los tiempos como para meter más miedo en el sistema. Por eso, seguramente la salida de la moneda única supondría una recesión de la que tardaríamos aún más años en recuperarnos.  Pero no bajarse, tampoco parece muy buena idea. Empobrecerse lentamente a base de tijeretazos no es solución. La hipocresía del Gobiernos de hacernos creer que el año que viene será el comienzo de la recuperación, es sólo eso, una ilusión más, como aquello de los brotes verdes. Un engañabobos, para que el tiempo corra. Por favor, señores, miren a su alrededor, miren a Grecia, a Portugal, atiendan a las leyes de la macroeconomía, escuchen a Keynes, pero no se crean más mentiras.  Una economía sin consumo no es economía. No es nada, es el caos, la vuelta a la jungla. Hay que hacer algo, para reactivar ese consumo enfermo. No se puede ser tan ciego o inepto y no verlo. Pero ahí andamos, con unos Presupuestos Generales para el 2.013 que lo ignoran, y se centran en único objetivo: cumplir con el déficit pactado con Bruselas, haciendo así que el bucle vicioso de recortes, caída del PIB, incremento de la deuda, más recortes, se haga eternamente largo, buscando un punto de estabilización donde la mayoría de la población vivirá en condiciones de mera subsistencia.

Yo no quiero vivir en una sociedad así, aunque como todos aspire a ser uno de los pocos privilegiados que no tenga que mendigar o robar por el pan de cada día. Nadie debería aspirar a vivir en una sociedad así. Existir rodeado de pobreza no tiene ningún sentido desde un punto de vista moral. Incluso desde el  egoísmo y la inmoralidad tampoco lo tiene, ya que es sólo cuestión de tiempo que los pobres se desesperen entrando en la mansión para poner fin a las diferencias, cortando algún que otro cuello al paso. Solo cuestión de tiempo.

Debemos buscar una solución. No me corresponde a mi darla, no soy economista, y por lo tanto no tengo esa capacidad. Pero si sé lo que hay que hacer: buscar una alternativa a los recortes. Si yo fuera responsable de ciertas decisiones, buscaría la opinión de los expertos. Les exigiría buscar soluciones, los provocaría. ¿ Podemos volver a la peseta sin abandonar el euro ? ¿ Por qué esas risas ? ¿No podemos tener una moneda local devaluada que nos permita pagar pensiones y sueldos sin tener que endeudarnos más, y lo más importante, sin tener que recortar el gasto ? ¿ No mejoraría  eso además nuestras exportaciones ? ¿ Mantener el euro no haría que el turismo compensase parte de las pérdidas por la devaluación de la peseta ?, etc.

A lo mejor es una tontería lo de las dos monedas, pero si yo fuera responsable no aceptaría un no hasta que no me demostrasen que ese camino es peor que lo que tenemos. A base de exigir, seguro que encontraríamos una alternativa. Lo fácil es decir: No hay otro remedio, es la única opción. Eso es propio de vagos y conformistas. Que el Gobierno lo sea, no quiere decir que tengamos que serlo forzosamente nosotros. De hecho es precisamente lo que ellos nos exigen que seamos, más competitivos. Pues, bueno, a cambio de serlo, que lo sean ellos también, que sean los mejores de la zona, los más esforzados, los más inteligentes, los más valientes, en una palabra, los mejores. Y si no saben o no quieren, que vengan otros, que hay mucho paro como para no poder elegir.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Unión Federal Europea: "è buono, ma non serve"

Decía Nouriel Roubini hace unos días en una entrevista para el ABC: Europa "debe proceder con urgencia a la unión política y fiscal".  Roubini puede ser un crack a la hora de predecir crisis financieras mundiales (en 2.006 alertó sobre el estallido de una crisis financiera, que acabaría provocando nacionalizaciones de bancos a escala internacional), pero a la hora de facilitar recetas para la crisis parece que el gurú pierde parte de su magia. Y no es que no esté diciendo una verdad como un templo, porque sí, tiene razón. Si Europa quiere conservar su experimental moneda única no le va a ser suficiente con recurrir a los paños calientes de la unión bancaria, y realmente a medio plazo la única vía posible es converger en una unión política y fiscal. Como coloquialmente se diría: "è buono, ma non serve" 
Nouriel Roubini
No sé exactamente en que clase de unión política debe estar pensando Roubini, pero obviamente debería ser una unión lo suficiente fuerte como para garantizar el reequilibrio económico entre regiones con crecimientos económicos asimétricos. Vamos, que bajo el paraguas del federalismo europeo, crisis como las de Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia no se producirían, no al menos mientras haya otra regiones donde la economía goce de una razonable buena salud. Y aunque crecimientos desiguales dentro de un mismo estado son posibles, con una unión política, al menos la palabra rescate dejaría de estar asociada a los temibles hombres de negro. ¿ Se imagina alguien que el Gobierno de Berlín pusiese condiciones para ayudar al estado de Sajonia-Anhalt, en el hipotético caso de que algún día lo necesitase ? Nadie en Alemania se escandalizaría si la Cancillería alemana dedicase recursos para salvar uno o varios de sus "Länder" en apuros., pero en cambio sí lo hace si el dinero tiene como destino un "Land" comunitario. Y aquí radica el quid de la cuestión, los alemanes se sienten alemanes, no griegos o españoles. Los españoles se sienten, bueno, otro problema añadido, algunos españoles se sienten españoles, otros, catalanes, otros, vascos, otros, gallegos, otros ..., pero yo diría que ninguno europeo.

Los ciudadanos debemos decir a los políticos y a los gurús que influyen en los políticos, que basta de experimentos contra natura. Si la unión bancaria es la solución a corto plazo para salir del apuro, que se haga, y rápido, cosa, por otra parte,  que parece improbable debido a la reticencia de los más ricos; una prueba más de lo artificial que llegaría a resultar una Unión Federal Europea. Una vez superado los graves  problemas económicos actuales , los ciudadanos deberíamos además exigir que de una forma inteligente, sosegada y bien ejecutada, se de marcha atrás al camino erróneo que en Maastricht se tomó. No hay otra alternativa, lo que no puede ser, no puede ser, y cuanto antes los aceptemos mucho mejor. Como cuando Gran Bretaña decidió abandonar el Sistema Monetario Europeo cuando se dio cuenta que permanecer en él le estaba arruinando. 

El respeto a las diferentes culturas no tiene que verse afectado por ello, al contrario, una vez liberados los unos y los otros de sus obligaciones artificiales, "la solidaridad entre los pueblos, dentro del respeto de su historia, de su cultura y de sus tradiciones" que tanto preocupaban en Maastricht, debería salir reforzada. Al fin y al cabo, los ciudadanos europeos nos llevamos bien entre nosotros, los problemas casi siempre vienen cuando consciente o inconscientemente desde el poder se nos distorsiona la realidad, haciéndonos ver enemigos donde no hay. Ni la I, ni la II Guerra Mundial fueron causadas por los ciudadanos, los cuales si de algo pecaron fue de no haber impedido que las ambiciones , y los delirios de grandeza de algunos pusieran al continente en llamas por dos veces. No seamos tan pasivos esta vez, no siempre tiene porque haber dos sin tres. 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Las consecuencias de los errores político-económicos (I)

Los errores políticos en marcroeconomía se pagan caros. Las decisiones tomadas en ciertos momentos y en ciertos entornos pueden ser el origen de hechos que lleven a la miseria a cientos de miles de personas, generando tiempos de revueltas y saqueos, provocando, en definitiva, el caos y la destrucción temporal del sistema. Sorprende entonces que se exija tan poco para ejercer la política: nacionalidad y mayoría de edad es  básicamente todo el currículum necesario, incluso para dirigir un país. Pero este no es el tema ahora, ya que lo que se pretende en los próximos dos artículos es ilustrar mediante ejemplos históricos las tremendas consecuencias que pueden acarrean las malas decisiones macroeconómicas tomadas por los políticos.

LA HIPERINFLACIÓN ALEMANA ( 1.922-1.923 )

El Tratado de Versalles firmado el 28 de junio de 1.919 marcó el final de la Primera Guerra Mundial. Las disposiciones impuestas por el tratado supusieron para Alemania la pérdida del 75 por ciento de sus reservas de mineral de hierro, el 25 por ciento de las de carbón y el 20 por ciento de su capacidad productiva de hierro y acero; así como la obligación de pagar ingentes reparaciones de guerra en forma de dinero. Cinco meses después de la firma del Tratado, se sancionaba en la población de Weimar la Constitución que daba nacimiento al II Reich alemán. La Constitución de Weimar definía al imperio alemán como una república federal con nueve estados, encabezada por un presidente elegido por votación popular, el cual a su vez tenía la facultad de elegir al canciller para que formara un gobierno. La Constitución de Weimar junto a la Constitución de México sancionada dos años antes, dieron origen al constitucionalismo social, que estableció el Estado de bienestar y reconoció los derechos de los trabajadores. 

Durante la Primera Guerra Mundial el gobierno alemán acuciado por el coste de la contienda decidió comenzar a emitir papel moneda, llamando  Papiermark a estas nuevas emisiones, que a diferencia del marco oro, Goldmark, carecía de respaldo en oro y no era convertible en este metal precioso. Esta decisión iba en contra del esquema del patrón oro de la época, el cual requería que todas las emisiones de papel moneda de un país estuvieran respaldadas por el más noble de los metales. Reparaciones de guerra y costosos programas de salud pública y bienestar social derivados de la nueva Constitución impidieron el abandono del Papiermark tras el fin de la guerra.  Nada más lejos de ello. El gobierno gastaba mucho, en parte por culpa del "Diktak" de los aliados, en parte por la política social elegida, pero además recaudaba muy poco,  los impuestos apenas cubrían el 15 por ciento de los gastos. En vez de subir los impuestos, y moderar el gasto social, la solución fue recurrir al Papiermark; dándole a la manivela de la máquina del dinero se disponía de la liquidez necesaria para hacer frente a los pagos del Estado. Es sabido que unos de los efectos de esta política monetaria es el aumento de precios o inflación. Lógico, la riqueza del país en un momento dado es la que es, el dinero es la representación virtual de esa riqueza, si pones en circulación más dinero de un día para otro, todos los productos que componen  la  riqueza del país tenderán a subir de precio, ya que dicha riqueza no aumenta sólo por el hecho de haber impreso más papel.  

Y eso es precisamente lo que pasó, un proceso inflacionista que se autorealimentaba. Los precios subían, haciendo que el déficit público aumentase, para compensarlo el gobierno imprimía más papel, lo cual acarreaba nuevas subidas de precio, ante lo cual el gobierno volvía a imprimir más papel, y así sucesivamente. El colapso se produjo el 30 de octubre de 1923. Ese día, el precio del dólar norteamericano, que había valido 4 marcos en 1914, alcanzó la extraordinaria cotización de 6 billones de marcos.


      

Debido a la subida imparable de precios ( un sándwich que constaba un día 14.000 marcos pasaba al día siguiente a costar 40.000 marcos ), había que añadir cada vez más ceros a los billetes, llegaron a circular billetes de 100 billones de marcos. Así los billetes con menos ceros, emitidos no hacía muchos días o incluso horas, pasaban a no valer nada. No es de extrañar que la gente los usase como combustible para la calefacción, como papel de empapelar la casa, o que los niños jugasen en la calle con ellos. La mayoría de gente perdió todos sus ahorros, y el estado dejó de recaudar impuestos, ya que simplemente había que retrasar el pago unos días para que la cantidad debida se convirtiese en pura calderilla. La Hacienda se hundió, y el gobierno, cada vez con menos ingresos, se financiaba exclusivamente a base de imprimir más y más billetes ( las imprentas no daban a basto ). La pobreza, el pillaje, los saqueos y revueltas se extendieron como la pólvora. La gente no entendía como de un día para otro se veían en esa situación de miseria y caos. 

El gobierno lejos de reconocer sus errores, se inventaba chivos expiatorios. Los verdaderos causantes de aquella situación no eran otros que los aliados y los banqueros y  prestamistas. Estos últimos, en su mayoría de origen judío, comenzaron a estar en el punto de mira de muchos alemanes como causantes de la decadencia alemana a causa de su infinita codicia. Ese discurso fue recogido y amplificado por un tal Adolf Hitler, que gracias a la pérdida de fe de la gente en los mecanismos de la democracia y el capitalismo, que no habían podido protegerlos del desastre. pasó en poco tiempo de ser un perfecto desconocido a responsable de poner fin a la República de Weimar, instaurando diez años más tarde el III Reich.

La hiperinflacción alemana terminó en noviembre de 1.923 con la introducción del Rentenmark. La nueva moneda tenía su soporte en el valor de la tierra, y comenzó cotizándose a 4,2 unidades por dólar. La época de los ceros interminables en los billetes tocaba a su fin.

Actualmente Europa vuelve a estar en crisis, aunque curiosamente Alemania ya no es aquel país derrotado y hundido, ahora es el motor de Europa.  Alemania sintió en sus carnes el problema de la inflación, y no sé de que manera, lo que pasó en aquellos años  logró incorporarse en el ADN de los alemanes. Si hoy sentimos a Angela Merkel, o al presidente del Bundesbank, decir no y mil veces no a la financiación de los estados miembros mediante dinero del BCE es en parte a lo que sucedió tras la I Gran Guerra. Pero nadie mejor que Alemania debería saber que igual que te hundes y te recuperas, puedes volver a hundirte si cometes errores. Obsesionarse por mantener la inflación controlada, desatendiendo el resto de variables macroeconómicas puede acabar siendo también un error de consecuencias incontrolables. Puede acabar matando a la actual moneda de los alemanes.  De momento, algo es seguro, Alemania no se volverá a hundir por los efectos de la hiperinflación. Pero para salvar el euro hay que hacer algunas concesiones, aunque esas supongan un cierto riesgo de subida de precios. Como en tiempos del II Reich, hay quien ya ha encontrado su particular chivo expiatorio. Esta vez le toca a los malgastadores y vagos vecinos del sur, que solo saben que gastar y pedir, gastar y pedir. Las verdades a medias, o las falsedades disfrazadas de verdad tienen consecuencias, y ya deberíamos haber aprendido que hay juegos a los que mejor no jugar.

sábado, 25 de agosto de 2012

La tragedia del euro

Hay ciertos discursos que a uno le hacen perder un poco la compostura. En general, pasa siempre que se falta a la realidad, y en particular, cuando además se hace de forma demagógica. Yo, por ejemplo, no soporto que alguien diga cosas del tipo:
  • Sin Alemania muchos de sus socios nunca hubieran disfrutado tipos de interés tan bajos y nunca podrían haber expandido sus gastos públicos sin una inflación importante. El euro y la garantía de rescate implícita por parte de Alemania les ha permitido vivir por encima de sus capacidades y a costa de los alemanes
  • Es sólo gracias a Alemania que los intereses de la deuda pública italiana y española no están más altos
  • Los periféricos tienen que reducir radicalmente los gastos estatales (que no se hace), tienen que bajar los impuestos (los suben), tienen que privatizar todas las empresas públicas (no se hace) y tienen que liberalizar profundamente los mercados, especialmente el mercado laboral (tampoco se hace)
  • Se les había prometido que no habría rescates ( refiriéndose a los alemanes ), que están prohibidos en Maastricht, y los hay. Así que supongo que están descontentos y temen por el valor de su moneda. Lo que pasa es que todavía existe un cierto sentido de culpabilidad y el temor al aislamiento en Europa, que hace que todavía no haya aún más resistencia en Alemania.
Me altero cuando leo este tipo de cosas, por mucho, que quién lo haya dicho se llame Philipp Bagus sea alemán, doctor y profesor de Economía en la URJC de Madrid, y además haya escrito un libro llamado “La tragedia del euro”.

Me extraña mucho que siendo alemán y además economista no sepa la evolución de la deuda alemana de los últimos 14 años. Estoy seguro de que sí la conoce, y por eso digo que resulta demagógico afirmar que “ciertos países han podido aumentar su gastos públicos sin mucha inflación gracias a Alemania”.
Mientras que un cierto país llamado España, por ejemplo, mantenía un nivel de endeudamiento casi constante desde el mismo momento de entrada en circulación del euro, tal y como marcan las normas comunitarias; Alemania veía como su deuda crecía año tras año, pasando de los 1,295 billones de euro en el 2.002 a los 2,088 billones del pasado año. En España el gasto público sólo se disparó en el momento en que empezaron a sonar los primeros tambores de guerra ( agosto del 2.007, crisis de las "subprime" ). Es cierto que si miramos sólo los últimos cinco años, los de la crisis, el crecimiento de la deuda española en relación al PIB es espectacular, también lo es en Alemania, pero menos. Todos sabemos que en el Gobierno de Zapatero muchas cosas no se hicieron bien, pero si  el déficit público se  disparó, eso fue sólo en la segunda legislatura, cuando por falta de liquidez bancaria, el consumo cayó, las empresas tuvieran pérdidas, aumentó muchísimo el paro, y eso provocó, por un lado, menos ingresos en las arcas estatales, por otro, un enrome aumento del gasto social. Todo junto, más déficit, más deuda. Mucha falta de visión y decisión por parte del entonces Gobierno socialista, también. A pesar de todo, la deuda española aún estaba a principios de año 12,5% del PIB más baja que la alemana.

Lo que sí se debería preguntar el señor Bagus es por qué una economía tan pequeña como  la griega, está camino de ser el detonante de tumbar a la 4ª Y 5ª economía europea. Por si no se ha dado cuenta, estamos dentro de un mecanismo efecto dominó, donde tras un país viene otro, y así sucesivamente. Y cuidado, que para llegar a Alemania sólo faltarán dos estaciones cuando caiga Italia, aunque mucho me temo que el final del colapso será explosivo, y será toda la zona la que caiga a la vez.

Nada de esto estaría seguramente pasando si el euro no hubiese nacido. Los problemas financieros de los bancos se podrían haber resuelto de una forma clásica: aumentando la liquidez de cada estado, vía impresión de más dinero ( monetización de la deuda ), y/o a través de la devaluación de la moneda. Esa flexibilidad se perdió en Maastricht, pero eso es harina de otro costal, que merece ser tratado en un capítulo aparte. 

Me sorprende saber que el señor Bagus diga que Alemania debería salir del euro, aunque coincido parcialmente con él: Alemania y todos los países de la eurozona deberían abandonar el euro por incapacidad manifiesta de afrontar un proceso real de unión política, social y económica. 

P.D.: El euro además de ser la moneda de los alemanes, lo es también de otros 19 estados.

domingo, 19 de agosto de 2012

El plan B del euro según Erkki Tuomioja

El ministro de asuntos exteriores filandés  Erkki Tuomioja tiene un blog, y su última entrada  data de ayer sábado 18. Se  titula " Debate sobre las dificultades del euro". En ella, Tuomioja habla de su entrevista al británico periódico  The Telegraf, publicada el jueves con un titular explosivo: "Finlandia se prepara para la disolución de la eurozona".  En la entrevista decía cosas muy interesantes:
  • "El fin del euro no es algo que defiendan los finlandeses, ni siquiera el Partido de los Verdaderos Filandeses, pero hay que estar preparado"
  • "No hay reglas sobre cómo abandonar el euro, pero es sólo una cuestión de tiempo. O el sur o el norte se romperá porque el corsé que supone el euro está causando miseria para millones de personas y destruyendo el futuro de Europa"
  • "Es una catástrofe total. Nos vamos a quedar sin dinero debido a la manera en que se dirige. Pero nadie en Europa quiere ser el primero en salir del euro y asumir toda la culpa "
El titular del Telegraph es traicionero, ya que predispone al lector a creer que Finlandia trabaja activamente para salir del euro. En su blog personal, Tuomioja vuelve a reiterar lo que ya dijo en la entrevista: no es que nadie lo desee, pero puede acabar pasando y hay que tener un plan B. Trata de hipócritas a todos los Gobiernos  que no reconozcan tener también su propio plan y recurre al cuento de H.C. Andersen, "El traje nuevo del emperador", para ilustrar la hipocresía. 

Quizás aquí se equivoque, no sé por qué me da a mi que nuestro Gobierno no tiene plan B. ¿ Será por qué a lo mejor no nos ha demostrado hasta ahora tener plan A ? Mientras el euro sigue desfilando orgullosamente en pelotas, ¿ hará falta la voz de un niño, como en el cuento de Andersen, para que la multitud salga del engaño al que fueron sometidos ?


P.D.: leyendo la biografía de Erkki Tuomioja creo que los finlandeses tienen suerte de que un tipo como él forme parte de su Gobierno.

sábado, 11 de agosto de 2012

Maastricht veinte años depués

El pasado 7 de febrero se cumplieron 20 años de la firma del Tratado de Maastricht, gestor de la Unión Europea y del euro. Los que lo redactaron quisieron recordar " la importancia histórica de que la división del continente europeo hubiese tocado a su fin y la necesidad de sentar unas bases firmes para la construcción de la futura Europa"; asimismo, deseaban "acrecentar la solidaridad entre los pueblos, dentro del respeto de su historia, de su cultura y de sus tradiciones"; y también, se mostraban " resueltos  a lograr el refuerzo y la convergencia de sus economías y a crear una unión económica y monetaria" que incluyese una moneda estable y única. Otra consecuencia importante de dicho tratado fue el refrendo a la libre circulación de personas en el espacio de la Unión.

Han pasado 20 años, tiempo más que suficiente para haber alcanzado con éxito todos aquellos objetivos, pero por desgracia, los ciudadanos sólo perciben que dos de ellos hayan cuajado:  el euro, y  la posibilidad de viajar por casi toda Europa sin necesidad de un pasaporte, eso sí, siempre que no haya una cumbre de altos mandatarios.

Hablar hoy de solidaridad entre pueblos es difícil, cuando los países periféricos sienten que la ayuda que ahora necesitan sólo se concede a cambio de aceptar  unas condiciones draconianas que acentúan aún más las diferencias económicas entre ciudadanos de diferentes países miembros. Es difícil hablar de solidaridad en Alemania, donde uno de cada dos ciudadanos piensa que no debe haber más rescates; o en Francia, donde sólo el 44% los apoyan.

Respecto a la convergencia de las economías, hoy suena a chiste. A no ser que los que redactaron el Tratado se refiriesen única y exclusivamente a los precios de las cosas y a los impuestos que tendríamos que pagar por ellas. En todo lo demás divergimos a pasos acelerados.

A pesar de todo, el 53% de los ciudadanos europeos están a favor del euro, aunque hay que decir que en la primavera del 2.007, justo antes del inicio de la crisis financiera mundial, el porcentaje era diez puntos superior. 

A este paso la única ventaja que nos va a quedar de Maastricht será la de viajar sin pasaporte.

Demasiado poco para un Tratado que prometía tanto. Aun así, lo peor de todo es que lo que en 1.992 se daba por hecho, el fin de la división europea, hoy no está tan claro que se pueda decir en voz alta. ¿ Qué ha pasado para que todo haya salido tan mal ? En mi opinión, todo se debe a una falta de voluntad generalizada ( ciudadanos y dirigentes), y a las razones ocultas de algunos que firmaron aquel tratado, que lógicamente no quedaron reflejadas en el texto. De otra manera no se puede explicar lo que nos está pasando. En cualquier caso, no estaría de más recordar a algún que otro dirigente actual, que Maastricht no sólo sirvió para sentar las bases de la UE, el euro y el BCE; también tenía otros objetivos que aunque olvidados, deberían estar muy presentes a la hora de tomar decisiones, y si no, ¿ a qué esperamos ?, acabemos de una vez con esta farsa, y que cada uno se las componga como mejor pueda. Volvamos a la CEE, a las pesetas, los marcos y las liras. Al fin y al cabo, ¿no es precisamente con eso con lo que siempre amenazan? 

P.D.: La búsqueda en el texto del Tratado de las palabras: austeridad presupuestaria, control de la inflación, y recortes, arroja un resultado negativo.